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Fuente: Google |
Me detuve a la entrada del amplio salón y aspiré un
profundo olor insalubre. No podía creer lo que veían mis ojos…
Aquel restaurante, mi antiguo centro laboral, con renombrada fama,
situado en la parte más aristocrática de mi ciudad natal, se había convertido
en un lugar paupérrimo.
Arrastrado por la curiosidad de conocer qué había sido de aquel sitio
donde sufrí tantas humillaciones por mi condición de hijo de emigrantes y por
mis problemas idiomáticos, entré con paso lento.
Sólo quedaban unas pocas mesas, una barra con botellas antiguas y la
vieja caja contadora en la esquina
derecha del salón.
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- ¿Quién sería el valiente comensal…? -me pregunté…
Así, estuve unos minutos, absorto en los recuerdos de mi época de
camarero (unos diez años atrás). De repente, un personaje harapiento y con mal aliento,
salió de la antigua oficina y se acercó autoritariamente:
- Bienvenido a mi restaurante, ¿Sr.…?
Como Ud. puede observar, este es el restaurante más elegante de la zona
vieja de la ciudad, y por supuesto, ofrecemos los platos más finos y exquisitos…
Me quedé sorprendido, no podía creerlo… Era el dueño del lugar, y se
presentaba ante mí, con las mismas promociones de aquellos tiempos…
¿Cómo era posible…? ¿Qué le había sucedido a aquel altanero sujeto…?
Así, continúo repitiendo la misma frase y los mismos ceremoniales unos
cinco minutos sin detenerse, como si lo animara la presencia de este cliente.
Jamás me reconoció ni comprendió que era como un antiguo fonógrafo en discurso
sin final. Yo no quise interrumpirlo, no tuve fuerzas tampoco…
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Fuente: Google |
Ignacio, otra vez sale Ud. de la clínica sin nuestro permiso… Hemos
venido a buscarlo… Adelante, a la ambulancia…
ANA ALAS Historias en blanco y negro. "Vengo...de un largo lagarto verde". Haifa, 2009
ANA ALAS Historias en blanco y negro. "Vengo...de un largo lagarto verde". Haifa, 2009
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