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Había una vez, un pequeño país, el Principado de Tomtagrazia, situado en el centro de un relevante continente, con una ubicación geográfica impresionante y con unos recursos naturales importantísimos; pero, con desarrollos económico, político y social detenidos doscientos años atrás…
La estructura social del principado estaba compuesta por una princesa heredera, su majestad La Princesa del Terciopelo Enjabonado, soberana absoluta por derecho propio.
Dicha princesa era la última en la línea de sucesión de una dinastía que había conquistado y desarrollado al principado hacía unos quinientos años…
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Por increíble que parezca, no había llegado ni el telégrafo ni la prensa escrita, y todas las noticias se transmitían de forma oral bajo la estricta supervisión de la soberana…
La única comunicación con el resto del mundo, era la visita, que una vez por semana, realizaba un pequeño duendecillo que informaba a la corte y a su majestad de cuanto acontecía en el mundo desarrollado.
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Dentro de la corte la princesa contaba con el apoyo incondicional de un grupo de duquesas, quienes, a pesar de conocer la existencia del mundo desarrollado, apoyaban a ésta en todas sus absurdas decisiones con tal de no perder sus comodidades…
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Dicho conde, de forma solapada, había desfalcado los fondos públicos, a través de supuestas inversiones inmobiliarias rentables al principado que solamente estaban registradas en los incontables expedientes que éste coleccionaba en sus cuatro o cinco ordenadísimos escritorios…
Por increíble que parezca, este principado vivía paralizado en el tiempo y negando todo tipo de existencia diferente, por ventajosa que ésta pareciese.
Un día, de un mes cualquiera, de un año cualquiera, estalló la crisis económica fraguada por la princesa y el conde durante años…
Ambos se declararon en quiebra, y sucedió lo esperado, el ejército se reveló declarando un golpe de estado que fue apoyado por todas las duquesas de la corte…
La noticia se trasmitió rápidamente a los países vecinos quienes ofrecieron su apoyo incondicional. En menos de dos días, se abrieron las grandes murallas que apartaban al Principado de Tomtagrazia del resto del mundo civilizado…
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Y colorín colorado, este cuento se ha acabado…
Pero…, el tuyo, todavía no ha comenzado…
ANA ALAS Con un poco de ironía, "Vengo...de un largo lagarto verde". Haifa, 2009
ANA ALAS Con un poco de ironía, "Vengo...de un largo lagarto verde". Haifa, 2009
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