Fuente:Ana Alas |
Muy apresurado estaba el invierno por presentar sus credenciales, pero todavía quedaban tardes soleadas con una brisa fresca que no lograba despeinarme.
Cuánto tiempo había pasado desde que comenzamos a caminar juntos, cuántos años incontables de falta de comunicación.
Todos aquellos seres me resultaron siempre muy diferentes unos de otros y al mismo tiempo, muy distantes de mí.
Pensaba todo el tiempo que debido a sus diferentes orígenes sociales, culturales y étnicos, eran un amasijo de cuerpos que jugaban todo el tiempo a saber cómo dirigir los destinos de ese grupo.
Sin embargo, ese día comprendí cuán cerca estábamos unos de otros. Ellos eran realmente un grupo de seres tristes, faltos de una palabra de afecto, ansiosos de un instante de solidaridad, con una vida sin ilusiones ni esperanzas y una tristeza en el alma de siglos contenida.
Así, junto a ese lago maravilloso, lleno de historias increíbles y con esa paz infinita que desprende mirar un atardecer junto a su costa, pude compartir junto a ellos las primeras dos horas de honesto compañerismo tras largos años de insensatas batallas contra el amor.
ANA ALAS Historias en blanco y negro. "Vengo de...un largo lagarto verde". Haifa, Julio 2009
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